Hoy, vamos a dipear con esta rica, nutritiva y sabrosa salsa guacamole casera, típica de la gastronomía tradicional mexicana, ideal para tomar como aperitivo, con unos nachos o totopos; para acompañar vuestros platos preferidos, como carne asada, tacos, sándwiches y bocadillos; o sobre unas tostadas de arroz o maíz, si lo que queremos es hacer un tentempié mucho más saludable. Además, es una receta que nos permite incluir los aguacates, y sus estupendas propiedades, en nuestra dieta: ricos en antioxidantes, vitaminas, minerales y grasas saludables monoinsaturadas, lo que ayuda a mejorar los niveles de colesterol y por tanto, nuestra salud cardiovascular.
La palabra guacamole, formada por la combinación de los vocablos ahuacatl (aguacate) y molli (salsa), proviene de la lengua náhuatl. De acuerdo con la mitología prehispánica, el dios de la civilización tolteca, Quetzalcóatl, la serpiente emplumada, presentó y entregó la receta del guacamole a su pueblo, los cuales la dieron a conocer por todo el territorio de Mesoamérica que, ocupado por las distintas civilizaciones prehispánicas, comprendía el sur de México, Guatemala, El Salvador, Belice, oeste de Honduras y Nicaragua, y parte de Costa Rica. En un principio, este delicioso manjar, consistía en una salsa de aguacate mezclada con agua, a la que posteriormente adicionaron otros ingredientes, como tomate, chile, jugo de limón y, más tarde, cilantro, cebolla y ajo. Para otra civilización, los aztecas, este fruto tan apreciado, guardaba relación directa con el erotismo, debido a su parecido con los testículos, de hecho, por este motivo, a las mujeres se les tenía prohibido llevar a cabo su recolección.
Este rico platillo, se ha ido extendiendo por todo el mundo, evolucionando con el tiempo y dando lugar a multitud de variantes, todas ellas sabrosas y en las que el protagonista principal, es nuestro exótico aguacate. En México, por ejemplo, la pulpa de los aguacates se suele majar con un utensilio llamado tejolote, en un mortero fabricado en piedra volcánica; el molcajete. De esta manera, se liberan los aceites esenciales del aguacate, generándose a su vez, unos pequeños gránulos que dan como resultado un sabor inigualable. Si no disponéis de uno, podéis elaborarlo en un mortero grande o en un bol de cerámica, y machacarlo con la mano del mortero. Hay versiones en las que el aguacate no se se muele totalmente, pudiendo apreciarse trocitos del mismo, esta forma de hacerlo, algo más cara, normalmente se disfruta en las casas, acompañando carnes fritas o a la plancha. Cuando el aguacate se presenta en forma de salsa suave y fina, se denomina aguamole, siendo muy habitual como parte de la oferta de puestos ambulantes o taquerías. En zonas del norte, así como en otros lugares del mundo, como Europa, norte de Estados Unidos, Japón o Canadá, donde este plato se considera un lujo, debido al alto coste de los aguacates, se le añade agua, leche o crema, consiguiéndose así, una mezcla más líquida y mayor cantidad de salsa.
Desde principios de siglo XX, en Estados Unidos, el consumo de aguacate experimentó un crecimiento progresivo, primero, porque se eliminó la prohibición de la importación de esta fruta en el país y segundo, debido al aumento de la población latinoamericana. Asimismo, el guacamole, se vende como salsa dip, a la que le añaden mayonesa, formando parte de las delicias de la gastronomía Tex-Mex. En Australia, se agrega vino tinto y en Argentina, se utiliza en guisos con marisco. También he visto versiones españolas, en las que se le incorpora un chorrito de aceite de oliva y ajo fresco o en polvo.
Para hacer nuestro delicioso guacamole, vamos a necesitar aguacates maduros, los míos pesan más o menos unos 215 gramos cada uno, sabremos que lo están puesto que al tocarlos no los notaremos ni demasiado duros ni demasiado blandos, también por el color, cuanto más oscuros, más maduros. Además, si retiramos el rabillo de la parte superior y lo que vemos es de un color que tira hacia el amarillo, será perfecto para nuestra receta. Si, por el contrario, fuera de color verde, el aguacate no ha madurado todavía y si es marrón, estará pasado. Muchas veces, en el supermercado, los encontramos demasiado duros, no os preocupéis, podéis dejarlos unos días a temperatura ambiente, jamás en la nevera, hasta que adquieran la textura que buscamos.
Con respecto a los chiles, es habitual usar serrano o jalapeño. En ocasiones, según la ciudad en la que viváis, puede ser muy complicado encontrar este tipo de pimiento, así que he optado por agregar un pimiento de Padrón, que ahora están de temporada, al que retiré semillas, membranas y corté en cuadritos muy pequeñitos, tal y como os muestro en el vídeo. Para evitar la oxidación de nuestro guacamole, vamos a verter el zumo de 1/2 lima que, además, le va a dar un sabor riquísimo. Igualmente, una vez preparado, podéis dejar el hueso en el recipiente, en caso de no consumirlo al instante; de esta forma, se retrasa el proceso de oxidación debido a las propiedades antioxidantes que éste contiene. Nunca he probado este truquito, pero si lo hacéis y os funciona, no dudéis en compartirme vuestras impresiones abajo, en la sección de comentarios.
En definitiva, estamos ante una salsa súper versátil, muy sencilla de hacer y que podemos acompañar con infinidad de platos, como pollo a la plancha o empanado, carne asada, pescado rebozado, croquetas, crudités, tacos, burritos, hamburguesas, patatas cocidas o fritas, tortilla francesa o española o, como os propongo en la vídeo-receta, con unos nachos o totopos. Espero que os encante esta fácil delicia y os animéis a cocinarla. Os dejo, como siempre, el proceso por escrito por si tuvierais alguna duda. Si hacéis alguna de las delicias del blog, podéis enviarme vuestras fotos a mi correo: belenru16@hotmail.com. Los resultados de vuestras creaciones, aparecerán en próximos vídeos. No olvidéis que podéis imprimir ésta y todas las recetas que se publican en el blog, pinchando en el botón "imprimir receta". Muchas gracias por vuestro siempre apoyo y por todos los comentarios amables que me dejáis a través de Youtube.
Un abrazote gigante,
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País: México Plato: aperitivo-acompañamiento
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Ingredientes
- 2 aguacates maduros (los míos pesan unos 215 gramos cada uno)
- ½ tomate de pera a temperatura ambiente (pelado y cortado en cuadritos pequeños)
- ¼ de cebolla morada, pequeña (pelada, limpia y bien picadita)
- 1 pimiento verde semipicante (limpio, sin membranas ni semillas, y picado en cuadritos)
- 8 gramos de hojas de cilantro fresco (limpias y bien picaditas; he retidado los extremos de los tallos)
- El zumo de ½ lima
- Sal gorda marina al gusto (yo le voy a poner 1/2 cucharadita)
Preparación
- En un bol, agregaremos la sal gruesa. La machacaremos con la mano del mortero, para poder integrarla mejor con el resto de ingredientes.
- Partiremos los aguacates por la mitad. Retiraremos el hueso, dando un golpe en seco con un cuchillo grande en el centro del mismo, lo giraremos levemente (el hueso habrá quedado clavado en el cuchillo) y lo levantaremos junto con el hueso. Si el aguacate está muy blandito, notaremos que el hueso sale solo, al apretar la carne y sin la ayuda del cuchillo.
- Sacaremos la carne con una cuchara y la depositaremos en el bol en el que teníamos la sal reservada.
- Partiremos un poco la carne del aguacate con la misma cuchara, extraeremos el zumo de lima, pinchándola con un tenedor, lo verteremos sobre los aguacates, para evitar que se oxiden, y chafaremos con la mano del mortero hasta obtener una especie de pasta.
- Incorporaremos la cebolla, el cilantro, el tomate de pera y el pimiento.
- Removeremos y rectificaremos con sal fina, si fuera necesario.
- Cubriremos nuestro cuenco con papel film y lo llevaremos 1 hora a la nevera, para que se concentren bien los sabores. También podéis prepararlo, servirlo y comerlo al instante.
- Pasado el tiempo, serviremos en una salserita o en unos ramequines, y ya lo tenemos listo. En mi caso, voy a acompañarlo con unos nachos o totopos, porque me encanta como salsa para dipear. ¡BUENÍSIMO!
A disfrutar 😋😋.
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